miércoles, 20 de marzo de 2019

Los docentes venezolanos siguen luchando por sus derechos pero también por un mejor sistema educativo

Desde el mismísimo 7 de enero, cuando se debieron reanudar las clases luego del asueto decembrino, los docentes de la Unidad Educativa Nacional Elba Hernández de Yanez, ubicada en La Vega, Caracas, iniciaron un paro técnico que pronto, cual efecto dominó, se replicó en diferentes liceos y escuelas técnicas de la ciudad capital, muchas de las cuales aún se mantienen en paro técnico o asamblea permanente, como es el caso de instituciones emblemáticas como Parodie, Avalos, Miguel Antonio Caro, Urbaneja Achepol, Parroquia Macarao, Claudio Feligciano, Tecnica Lino Gallardo y el propio Elba Hernández de Yanez. En el interior del país ya las protestas venían realizándose tiempo antes. Y es que los aguinaldos de los docentes no alcanzaron para comprar comida mucho menos para que el Niño Jesús llegara a los hijos de quienes enseñan los hijos de todos.

A inicios de marzo se sumó el asueto de carnaval y luego el apagón más grande de la historia moderna de Venezuela.

Todo esto ha hecho que los estudiantes prácticamente no hayan visto clases en el segundo lapso.

Si a esto se suma la inasistencia a clases de muchos alumnos debido al hambre o la falta de ropa y útiles escolares, podríamos decir que nos encontramos en el año escolar de mayor ausentismo de los últimos años de la historia escolar de la nación.

Un país no progresa si la educación no avanza y Venezuela lleva años sufriendo el mayor retroceso en materia educativa de toda su historia.

Quienes hoy usurpan el poder no sólo no quieren pagar a los docentes lo acordado en el contrato colectivo vigente suscrito con todas las federaciones que representan los gremios de la educación, sino que además eliminaron el beneficio del pasaje estudiantil justo cuando sufrimos la mayor crisis de transporte y escasez de efectivo. Las unidades de transporte estudiantil que se asignaron en parroquias como La Vega para justificar la eliminación del pasaje estudiantil no duraron ni un par de meses prestando el servicio. Y el pueblo no reclamó.

La soga siempre revienta por lo más delgado. Si bien es cierto que los docentes no merecen un salario de hambre y su lucha es justa y necesaria, los estudiantes siguen siendo afectados mientras se resuelve el problema.

Arturo Úslar Pietri ya nos alertó que "Todo lo que haga o deje de hacerse en materia educativa pasa irremediablemente por lo que hagan o dejen de hacer los docentes". Y es que ellos son el centro del proceso. Estoy cansado de oír directivos del Ministerio de Educación, jefes de zona o del distrito escolar, supervisores circuitales y hasta directores de los planteles que acatan sumisamente cuanto lineamiento o resolución le bajen del Ministerio (así contravengan la mismísima Ley Orgánica de Educación), hablar del "interés superior del estudiante" con el cual han pasado y pretenden seguir pasando por encima de los derechos de los docentes, de los padres y de los representantes y de la calidad educativa misma. Termina siendo una excusa demagógica para ocultar el desastre educativo y obligar a docentes a aprobar los estudiantes a cómo dé lugar para vender el éxito de políticas educativas ineficientes y fracasadas, basándose en la cantidad de aprobados antes que en el aprendizaje demostrado por el alumnado.

A todas estas creo, particularmente, que el daño que se le hace a la nación en materia académica se torna más irreversible mientras no detengamos estas políticas y continúe profundizándose el daño.

Nuestros estudiantes son objeto de una gran estafa, por no decir burla, al recibir un título de bachiller sin saber leer, escribir, resolver una operación básica, o identificar un estado en el mapa de Venezuela, por no decir un país en el mapamundi.

La economía y la producción podrán reactivarse rápidamente para volver a tener una nación próspera. Pero habrá que preguntarse si las generaciones que se han formado de manera precaria durante dos décadas de desastre nacional podrán recuperar el tiempo perdido y obtener la formación que nunca recibieron. Resulta difícil pensar que un bachiller que no se formó adecuadamente durante más de diez años de formación básica y media logre adquirir los conocimientos que no adquirió en su momento.

Los venezolanos seguimos sin dar a la educación el lugar que se merece, y mientras no lo hagamos no saldremos del hoyo en que estamos metidos. "Las naciones avanzan hacia su grandeza al mismo ritmo que avanza su educación". Pero, claro, los "bolivarianos" dejaron hace mucho tiempo tiempo el legado del Libertador, sí es que alguna vez lo tuvieron presente.

"Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción" y esto lo saben quienes hoy usurpan el poder y poco les conviene un pueblo culto consciente del potencial de sus propias capacidades para superar las adversidades y salir adelante. Como la conocida metáfora de ayudar a la gente enseñándole a pescar en vez de darle pescado. Los venezolanos quizá debimos vivir todo esto para saber que es mejor trabajar y poder comprar comida escogiendo lo que deseamos comer, antes que depender de que el estado nos dé una bolsa CLAP que nos esCLAPviza. Sólo ahora es que muchos comprenden que las dádivas "socialistas" son mecanismos de control social de quienes administran nuestros recursos y deciden cómo darnos migajas que, además, pretenden que agradezcamos dándoles votos que los mantengan en el poder para siempre.

Entre tanto, la educación cada vez viene a menos y los docentes después de mucho tiempo de sumisión parecen despertar de un largo letargo para empezar a reclamar lo que por derecho le corresponde: un salario digno para cubrir sus necesidades y la de los suyos como lo consagra la Constitución (Artículo 91).

Aristóbulo Isturiz, quien fuera dirigente sindical, olvidó sus orígenes pero, claro, él es el único profesor millonario en Venezuela.


Por José Gregorio Velásquez

Delegado del Sindicato Venezolano de Maestros 

@profejvelasquez

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