viernes, 29 de agosto de 2025

La “constituyente sindical” y la flexibilización laboral

Se vienen dando a nivel planetario pasos agigantados, acelerados y muy salvajes en torno de la flexibilidad laboral. Se busca despojar a los trabajadores de su propia condición humana, arrasando con los derechos sociales y económicos, a través de la profundización de la desigualdad e inequidad, con una estrategia clara para beneficiar, en el contexto de esta profunda crisis, al capital financiero internacional. Ha sido una política que busca adaptar el trabajo a las necesidades del mercado, a la ganancia del capital, no a los requerimientos del ser humano. Es una política que perpetúa la desigualdad entre quienes viven del capital y quienes subsisten precariamente mediante la venta de su fuerza de trabajo.

En Venezuela, la flexibilidad laboral ha traído cambios en la organización del trabajo: desaparición del salario, pulverización de las prestaciones sociales, eliminación de las convenciones colectivas, reducción y desaparición de derechos laborales. Bajo el mentor del capitalismo, estas medidas se adoptan para reducir costos, aumentar la rentabilidad sin mejorar las condiciones de vida del trabajador. Bajo esta política, el capital adapta el trabajo a sus necesidades cambiantes, mientras el trabajador pierde estabilidad, derechos y poder de negociación, debilitando su poder colectivo como clase trabajadora. En este contexto, la constituyente sindical anunciada hace pocos días por el gobierno viene a cumplir la tarea de eliminar espacios de representación autónoma e impedir las protestas o reclamos legítimos de los trabajadores en defensa del salario y para exigir la reactivación de las convenciones colectivas.

Hagamos un poco de historia

Lo que sucede en Venezuela en este siglo XXI, ya a finales del siglo XIX en Francia se había dado lo que llamaron los sindicatos amarillos, como una alternativa al sindicalismo combativo, en el cual se promoviera la visión de hacer sindicalismo conciliador entre trabajadores y empleadores. Vale decir, lo amarillo fue el color que hizo contraste al sindicalismo rojo, al sindicalismo autónomo y defensor de los derechos de los trabajadores.

Quedó como etiqueta histórica el sindicalismo amarillo para describir de forma peyorativa los sindicatos que no defienden realmente los intereses de los trabajadores, sino que colaboran con el poder político o empresarial. Este modelo ha sido replicado o señalado en distintos contextos, incluso en América Latina, cuando los gobiernos o empleadores promueven sindicatos afines para neutralizar la protesta social. En Venezuela lo que el gobierno llama constituyente sindical es un proceso en pleno desarrollo, induciendo solapado el enfoque de sindicalismo amarillo, que comenzó a operar como una estructura corporativa de Estado, en el cual, crea, controla y subordina a sus propios fines. Por lo tanto, la autonomía de los sindicatos queda nula, suprimiendo así la disidencia y consolidación del control social.  Desde el 2000 el sindicalismo en Venezuela ha tenido un constreñimiento en su acción sindical sobre la defensa de los derechos laborales frente al Estado patrono, fue precisamente en noviembre del 2000 cuando se introduce una injerencia en los procesos internos sindicales convocando el gobierno de turno a un Referéndum Sindical para renovar a los dirigentes sindicales, a partir de allí; se comienza a limitar el accionar sindical con la práctica de desregulación de las relaciones laborales a través de un conjunto de normas que de forma directa o indirecta restringen la autonomía, la capacidad de negociación y el derecho a la protesta de los sindicatos. Aunque Venezuela ha ratificado Convenios de la OIT como la libertad sindical, la aplicación de la legislación interna ha generado un marco legal restrictivo, lo cual ha sido denunciado en múltiples ocasiones por organizaciones laborales nacionales e internacionales, entre ellas; la propia OIT en el 2018 sancionó al Estado patrono venezolano por violentar el Convenio 87 relacionado sobre la libertad sindical.

Desde el 2013 se ha vendido acelerando la anulación de los derechos laborales contemplados en la Constitución y en todas las leyes que rigen la norma del trabajo, imponiendo medidas como el Memorándum 2792 y el Instructivo ONAPRE, eliminando así las Convenciones Colectivas, vale acordarse de la deuda que el Estado le tiene al magisterio por dejar de cumplir con el aumento salarial (octubre 2018) pautado en la II Convención Colectiva Única y Unitaria de los Trabajadores del MPPE. Pero también vale subrayar con indignación la paralización que hizo el gobierno nacional de la discusión de la III Convención Colectiva de este mismo sector que ya venía con una dinámica de aprobación de dieciséis cláusulas, dejando en un estado de indefensión laboral y salarial a los docentes, obreros y administrativos de toda la educación inicial, básica y media. Pero podemos conjuntamente colocar en la lista otras normas que buscan reducir el accionar sindical y derechos laborales como la ley antibloqueo, las leyes de zonas económicas especiales, entre otras.

Venimos de una etapa en la que se instaló federaciones y centrales sindicales, que no han sido otra cosa que la ramificación del sindicalismo amarillo que han actuado más como un brazo gubernamental que como defensor de los derechos laborales, es decir; el poder sindical en estructuras controladas por el Estado, como la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST), y el Sindicato Nacional Fuerza Unitaria Magisterial (SINAFUM) que forma parte de esta Central Bolivariana.

Por otro lado, se ha venido manipulando, deformando leyes que son utilizadas para limitar la protesta justa sindical, pero además la libertad de expresión, como la Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones. A este tenor la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación para judicializar y criminalizar las protestas y exigencias de trabajadores por condiciones laborales y de trabajo, muchos le han aplicado acoso laboral, y otros detenidos acusados de delito como “terrorismo” o “incitación al odio”. Hasta el CNE ha sido utilizado para general un control estadal sobre los sindicatos, aunque la Constitución establece el voto universal, directo y secreto para las elecciones sindicales, este organismo ejerce de hecho con control.

La constituyente sindical vendría a maximizar lo que ya se ha venido practicando como los objetivos del sindicalismo amarillo.

Impacto de la constituyente sindical en trabajadores venezolanos. –

La constituyente sindical vendría a consolidar un modelo donde los trabajadores estarían bajo el mando del Estado patrono y la pérdida total de la libertad sindical bajo el nombre de una supuesta “renovación revolucionaria” que sería la fachada de representación. En otras palabras, este anuncio se enmarca en una política más amplia de flexibilización laboral y por ende, en una estrategia para neutralizar la lucha sindical auténtica y autónoma del patrono por la defensa del salario, convenciones colectivas, el valor trabajo, prestaciones sociales, seguridad laboral y todo derecho social, económico, laboral y político conculcado.

Las tendencias sobre las políticas económicas del gobierno es profundizar medidas que busquen excluir garantías históricas como estabilidad, seguridad social y negociación colectiva, debilitando el poder del trabajo a favor de la distribución de la riqueza que favorezca al capital, a los dueños de la producción nacional e internacional. En tal sentido; la constituyente sindical vendría a ser el instrumento para endurecer esa práctica.

Desde mi trinchera magisterial, alzo la voz para defender la libertad sindical como derecho fundamental, conquistado con décadas de resistencia, movilización y sacrificio. Hoy, ese derecho está bajo amenaza. La llamada constituyente sindical no representa una vía democrática ni participativa para fortalecer al movimiento de trabajadores. Por el contrario, constituye un intento de intervención estatal que busca desarticular la autonomía de nuestras organizaciones, imponer estructuras verticales y silenciar las voces críticas que exigen justicia laboral.

La autonomía sindical no se negocia ni se somete a cambios impuestas, La verdadera transformación sindical nace desde abajo, con participación genuina en democracia interna. Nuestra fuerza está en la organización libre, en la solidaridad entre gremios y en la defensa irrestricta de nuestros derechos. Por eso, escribimos estas líneas para convocar a todas las organizaciones sindicales, en especial a mi sector del magisterio a objetar esta maniobra y a fortalecer la unidad desde la base. No permitiremos que se imponga una constituyente que no nos representa que busca domesticarnos.

La libertad sindical es pilar de la democracia, defenderla es defender el futuro de la clase trabajadora.

Autonomía, unidad y lucha de los trabajadores, por la defensa del salario y libertad sindical.

 

Prof. Raquel Figueroa

Dirigente sindical del magisterio

Directivo Nacional del Colegio de Profesores de Venezuela

Coordinadora Nacional del Movimiento de Educadores Simón Rodríguez

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