En esta hora trágica y de lucha, el dolor para un docente al ver la sangre juvenil derramada en las calles se hace más lacerante que en otro mortal aun cuando sea testigo presencial.
No hay palabras que describan realmente lo que el corazón y la consciencia interceptan sentires e ideas. Admitir que estos gobernantes se han trasfundidos hacia una naturaleza sociopática criminal más allá de lo político ideológico, configura la esencia expandida de nuestra tragedia como pueblo, como ciudadano del mundo. Hoy, con toda convicción debemos saber asumir esta ineludible responsabilidad de aportar todo cuanto esté a nuestro alcance para lograr con dignidad nuestra libertad.
Maldito sean aquellos asesinos materiales y cómplices no solo de valiosos jóvenes sino de todo un pueblo.
La lucha continua hasta vencer.
Profesor Rafael Castro
Movimiento de Educadores Simón Rodriguez
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