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domingo, 12 de abril de 2020
Testamento de #ElJudasDeLaEducación
Yo, Aristóbulo Istúriz, ministro de lo que queda de la educación venezolana, condenado al desprecio eterno por mi traición al noble magisterio venezolano despreciado por mí, obligado por la fuerza de la costumbre y la tradición de esta semana mayor, hago el presente testamento para que sea leído este domingo de resurrección en las redes sociales en tiempo real, para que sirva de ejemplo de lo que no se debe hacer para con la sagrada educación de un país.
Quisiera no dejar nada a nadie, pues le agarré el gusto a los dineros del erario público, haciendo honor a lo que dice el refrán popular: “quien nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”. Aunque de loco nada tengo, pero si mucho de vivo y embaucador.
Pero obligado por la tradición, se me impone la pena de dejar mis bienes mal habidos a aquellos compinches míos que mucho tienen en común conmigo: la buena vida que me di.
1. Las treinta monedas de plata que me dieron por la traición a los maestros, las lego a quienes mejor representan la venta de los ideales humanistas, a mis camaradas renegados que al igual que yo vendieron su alma por unas monedas.
2. Al camarada presidente en particular, le dejo la soga que usé para pasar a mejor vida. A ver si le da un buen uso antes que la ira popular se haga cargo de él.
3. Al compinche-camarada ministro de finanzas, quien tendrá como penitencia unos emolumentos de por vida y más allá, por su macabra invención neoliberal, las tablas del hambre ONAPRE, con las cuales rebajó y desmejoró todos los sueldos y salarios de los trabajadores de la administración pública, en especial los salarios de los maltratados maestros, colegas míos.
4. Mi beso, ese beso con el que hasta última hora quise aparentar lealtad a las mejores causas y luchas del magisterio cuando presidí el sindicato SUMA Caracas, se lo lego a quien mejor me emula en estas lides, a mi aliado sindicalero, el presidente de SINAFUM. Él si sabe, al igual que yo, lo que es cambiar del bando de los trabajadores al del poder patronal, o cambiar de ideas por dinero. Él es quien mejor merece heredar mi beso traicionero.
5. Mi “amor” por la educación, los niños, la escuela y los maestros, ese amor simulado por más de 20 años y que lo he derramado en obras sin concluir, escuelas en el suelo, sin dotación ni internet, sin baños, agua ni insumos para tener una mejor educación. Y por si poca cosa fuera, ya el maestro falta no hace, porque con la pandemia las clases cualquiera las hace online sin internet. No importa quién tenga o no tenga acceso a internet, porque lo que importa es salvar el año sin que el niño aprenda o avance, asunto que se resuelve con voluntad y plataforma patria para un mejor control social. Ese “amor” también se ve traducido en maestros sin poder comer, desprovistos de buen salario y un contrato perennemente violado, sin ninguna prestación, ni seguro de HCM ni funerario y sin IPASME y qué decir del jubilado que de hambre y de mengua a paso de vencedores los vamos exterminando cual eutanasia progresiva e inducida. Bueno, este “amor” desbordado por mi para toda la educación, no puedo dejárselo a cualquiera. Debo legarlo en una gran institución paquidérmica y burocratizada: el Ministerio de Educación.
6. La cobardía, ese miedo que me hizo elegir hoy la muerte a tener que enfrentar mis más viles actos mientras disfruté de las mieles del poder, no puedo dejárselo a cualquiera. Ese honor no tiene competencia alguna en el comando político de esta mal llamada "revolución", (palabra que usamos de mentirilla para a incautos engañar). Dicho honor, es , sin lugar a dudas, de mi otro gran camarada presidente de la ilegítima asamblea nacional constituyente, que con su gran mazo da la estocada final da a la precaria democracia y sus libertades públicas. Nadie mejor que él para representar la cobardía de ese Judas traicionero, experto escapista que huye meado y disfrazado en una ambulancia cuando se arma un sanpablero.
7. A los camaradas de la cúpula armada que me cuidaron las espaldas durante estos últimos 20 años y dejaron sin resguardo a mis compatriotas, al soberano, les dejo un arsenal completo de bombas lacrimógenas “vencidas” que tuve siempre guardadas allá en la esquina de Salas, por si acaso un tumulto opositor osaba quitarme el cambur. Esas bombas son para que las lancen de vuelta a “los opresores del pueblo”, a quienes dimos siempre gas del bueno so pena de esperarlos en la Quinta Paila que tengo asegurada.
8. A los dignos maestros venezolanos que hoy luchan por sus derechos vulnerados y por los valores democráticos de la patria mancillada por el yugo opresor, solo me resta decirles:
Que hoy es domingo/
Día de resurrección/
convocados todos están /
por las redes sociales/
en cuarentena/
con humo y sin garúa/
a decir todos resteados/
que la lucha continúa.
Atentamente:
#ElJudasDeLaEducación
Venezuela, 12 de abril de 2020
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